Para un tiempo de oración


Set 4

He visto infinidad de jóvenes que vienen a Calcuta. Cuando llegan no quieren ya trabajar más que en nuestra casa de los moribundos. ¿Y esto porqué? ¡Pues por que allí se encuentran al Cristo sufriente! La mayoría de ellos me dice lo mismo: “En realidad en nuestros países existe también este tipo de sufrimiento lo que pasa es que nosotros no lo hemos visto porque ¡no hemos querido mirar! Nos ha enseñado usted Madre a mirar con atención y a ver y a encontrar a Jesús en aquellos que vemos, y a hacer algo por ayudarles.”

Esta es la clase de hambre que vemos en éstos jóvenes que a menudo vienen a compartir nuestra adoración, aunque también los vemos llegar de todo el mundo a experimentar el hinduismo. A los que regresan les decimos “¿Pero es que no tenéis bastante con Jesús?” Y ellos responden: “Es que nadie nos había dado a Jesús de esta manera anteriormente”.

¡Vuestro trabajo consiste en esto! Vosotros sacerdotes debéis dar a Jesús a éstos jóvenes. Estoy seguro que conocéis mejor que yo hasta qué punto tienen anhelo de Dios. Nosotras los hemos visto en nuestras casas ayudando a los desposeídos lavándoles, limpiándoles o desarrollando otras tareas humildes en las cuales ponen tanta ternura y tanto amor en los moribundos... Pasado un tiempo, muchos vuelven a confesarse y regresan al Señor. Y así este contacto con la presencia de Cristo en los pobres se convierte en una bendición para ellos.

Os he llamado a cada uno por vuestro nombre. Me pertenecéis. Cuando crucéis las aguas del mar, permaneceré con vosotros. No os arrastrarán los ríos. Si camináis sobre fuego, las llamas no os abrasarán. Por que Yo soy el SEÑOR, vuestro Dios, el Santo de Israel, vuestro Salvador... Vosotros sois algo precioso y glorioso a mis ojos,... No tengáis miedo, porque Yo estoy con vosotros (Is. 43:1-5).

De esta manera las Escrituras expresan con gran claridad la ternura del amor de Dios por nosotros. Él quiere que nosotros comuniquemos esa misma ternura y amor a todo Su pueblo. Él os eligió para ser sacerdotes suyos, de modo que pudiera utilizaros en esta tarea. Como el propio Ministro indio de Bienestar Social pudo observar, vosotros no fuisteis elegidos para ser otros asistentes sociales. No, Dios quiere ser capaz de usar vuestra santidad y virginidad consagrada, vuestra obediencia y vuestra pobreza para llevar Su amor a Su pueblo. Puede que vosotros no seáis llamados a tareas en las que, como nuestras hermanas, hay que dar un servicio de entrega total a los más pobres de los pobres de Dios, pero el trabajo al que Dios os llame, deberéis realizarlo con un amor que fluya de la consagración total de vuestras vidas a Él.

Hay un párrafo muy bonito en la Constitución de las Misioneras de la Caridad: “Cristo nos ofrece a ti y a mi una larga vida llena de fe y amistad personal al desposarnos con ternura y amor. Y para hacer de nuestra unidad con Él una realidad aún mas Hermosa Él nos da la Eucaristía.” Los sacerdotes debéis mantener esta amistad con Jesús, de modo que nosotras podamos aprender de vosotros cómo vivir una vida de santidad. Y nosotras religiosas necesitamos -más incluso que otras personas- aprender de vosotros esta lección ya que no se puede dar a otros algo que uno no tiene.