LA LITURGIA DIVINA DE SANTIAGO (14)


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Oración dicha en la sacristía al acabar:

Nuestro Padre y Señor, nos has santificado a través de la comunión del santo cuerpo y preciosa sangre de tu Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, danos también la gracia de tu buen Espíritu.

Mantennos sin culpa, en la fe, llevanos a la perfecta adopción, a la redención y a las alegrías venideras de la eternidad, pues Tú eres nuestra santificación y luz, oh Dios, con tu Hijo unigénito y tu Santo Espíritu, ahora, siempre y por toda la eternidad. Amén.

Diácono: En la paz de Cristo, estemos vigilantes.

Sacerdote: Bendito sea Dios, que nos bendice y santifica a través de la comunión de los misterios santos, puros y dadores de vida, ahora, siempre y por toda la eternidad.Amén.

 

La oración de propiciación:

Oh Señor Jesucristo, Hijo del Padre: Tú que eres nuestro Dios, nuestro cordero, y nuestro pastor, Tú que quitas el pecado del mundo, que libremente perdonaste su deuda a los dos deudores y redimió de sus pecados a la mujer pecadora, que socorrió al paralítico con la remisión de sus pecados: Perdona, redime y dispensa, oh Cristo nuestro Señor, todas nuestras ofensas, voluntarias e involuntarias, cometidas con conocimiento o en ignorancia, por transgresión o desobediencia, que tu Espíritu Santo conoce mejor que tus siervos. Y si la gente, debil y habitantes de este mundo, se han alejado algo de tus divinas normas, movidos por la carne o por el diablo, de palabra o de hecho, o si han hecho una maldición o han hecho un juramento no santo, ruego y suplico a tu amorosa bondad que sean liberados de toda maldición, de sus juramentosy de todo ataque del maligno, ahora y siempre, de acuerdo con tu misericordia y gran bondad.

Oh soberano Señor, Jesucristo, nuestro Salvador y gran Sacerdote, oye mi súplica en bien de tus siervos y olvídate de sus faltas y errores, no recordándolos más.

Perdónales cada transgresión, voluntaria o involuntaria y líbrales del castigo eterno:

Porque tu nos encomendaste: “Lo que que quede atado en la Tierra, quedará atado en el Cielo y lo que quede desatado en la Tierra, quedará desatado en el Cielo.”

Tú oh Cristo, eres Dios de Dios, rico en cada misericordia, siempre preparado para salvarnos y perdonar nuestros pecados:

Porque se te debe la gloria, con tu Padre eterno, y tu Espíritu dador de vida, ahora, siempre y por toda la eternidad.

Amén.

 

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